Macrofusiones bancarias
Juan Mascareñas Pérez-Iñigo
Catedrático de Economía Financiera (UCM)
Expansión 30-mayo-98
 

En los últimos años de la década de los 90 estamos asistiendo a una oleada de fusiones y adquisiciones en el sector bancario internacional sin parangón en este siglo. Debido al tamaño de las empresas implicadas se está hablando de macrofusiones bancarias, operaciones que se realizan tanto en Europa como en América o Japón y eso que, según los más reputados especialistas, el baile no ha hecho más que empezar.

Motivos
Es evidente que toda decisión de fusión-adquisición es una decisión empresarial de tipo estratégico cuyo fin último es la creación de valor en la empresa, o el evitar la pérdida del mismo si los acontecimientos económicos previstos abocan a la empresa a un futuro no demasiado optimista, por decirlo suavemente.
 Así que veamos cuáles son las variables que inciden, o que van a incidir, en que dichas decisiones de fusión-adquisición se produzcan en el sector bancario internacional. Variables todas ellas que están surgiendo de forma simultánea porque unas favorecen la aparición o reforzamiento de las otras.
 En los Estados Unidos la aprobación de la denominada Riegle-Neal Act en 1994  ha derribado las barreras de índole territorial a las concentraciones bancarias. Hasta dicha fecha, dichas entidades tenían muchas limitaciones para operar en un Estado distinto al suyo, de tal forma que al desaparecer esta restricción lo lógico era la proliferación de fusiones y adquisiciones entre los diferentes bancos de cara a crear economías de escala (o más propiamente economías de ámbito), a base de reducir costes de cara al nuevo escenario que se les plantea, para aumentar la productividad y conseguir mayores beneficios. Posiblemente, dicha ley fue la culminación de un proceso desregulatorio provocado e impulsado por la creciente globalización de los mercados internacionales de capitales.
 Dicha globalización es otro de los motivos de este proceso. La globalización de los mercados internacionales (tanto de capitales como de productos o servicios) viene produciéndose ya desde hace unos años debido por un lado al desarrollo de nuevos instrumentos financieros, que han permitido sortear las barreras existentes entre Estados y entre sectores. Por otro lado, el desarrollo de la tecnología del proceso de datos y de la comunicación, ha posibilitado tanto la globalización como la implantación de dichos nuevos instrumentos financieros. Para competir en un mundo económico globalizado es necesario tener una dimensión suficientemente grande como para estar presente no sólo en las principales zonas económicas del mundo sino también en las demás. Esto implica un gran tamaño y éste se consigue de forma rápida, aunque arriesgada, mediante fusiones o adquisiciones; también se puede recurrir a alianzas estratégicas que permitan incorporarse a mercados en los que se estaba ausente sin asumir el elevado riesgo que conlleva el procedimiento anterior.

La Unión Económica y Monetaria europea
La Unión Económica y Monetaria europea refuerza el punto anterior de cara a las entidades financieras del viejo continente por diversos motivos. La desaparición del riesgo de cambio en el contexto europeo al crearse una sóla moneda hace desaparecer una de las principales barreras que regionalizaba a la banca europea y que la protegía dentro de su ámbito de influencia local. Los grandes bancos europeos son los que se encontrarán inmersos en procesos de concentración de cara, no sólo a aprovecharse de la UEM sino, sobre todo, por tener que competir con los grandes bancos norteamericanos en el contexto global del que hablábamos anteriormente. Por otra parte, la banca minorista seguirá protegida, en cierta forma, por las barreras culturales, laborales, etc., de su ámbito de actuación tal y como ha ocurrido, por ejemplo, en el caso español con ese tipo de banca que ha defendido su territorio con respecto a las grandes entidades de crédito internacionales (así, por ejemplo, NatWest y Chase Manhattan han abandonado el mercado español; Barclays y Citibank han debido reestructurar su negocio en España; las filiales españolas de: Crédit Lyonnais, Abbey National o Citibank, han tenido pérdidas en 1.997).
 Es decir, parece lógico pensar en una combinación de fusiones y alianzas entre las entidades de crédito europeas. Fusiones (o adquisiciones) entre las entidades nacionales como por ejemplo: Banco de Santander-Banesto, Bayerische Vereinsbank-Hypo Bank, UBS-SBC, Crédit Agricole-Banque Indosuez, Banco Lavoro-Banco di Napoli, HypoBank-Vereinsbank, etc. Y alianzas entre las entidades de crédito de Estados diferentes (Santander-Royal Bank of Scotland, BCH-Commerzbank, etc.), que ayuden a sortear las barreras culturales, contractuales, etc., que han hecho fracasar a los bancos que no son del Estado en el que operan. Son mucho más raras las fusiones y adquisiciones entre bancos de Estados diferentes aunque existe una gran excepción digna de tener en cuenta: las adquisiciones transnacionales de bancos de inversión por parte de bancos comerciales; más adelante hablaremos de este tema.
 Ya que hablamos del crédito, este es un punto que conviene considerar. Un gran número de analistas confía en que la tendencia, que la UEM va a imponer con respecto a la financiación ajena de las grandes empresas europeas, se centre en el mercado de valores. Es decir, se espera un crecimiento importante de la emisión de obligaciones que coticen en los principales mercados europeos, lo que reducirá la dependencia crediticia de la banca. Esto hará perder negocio a los bancos comerciales (junto con la nada desdeñable potenciación de la titulización) y, en teoría, debería aumentar el de la banca de inversión. El problema viene de que éste último tipo de banca está dominado por las entidades norteamericanas que son verdaderos especialistas al llevar mucho tiempo compitiendo en el mercado de bonos empresariales su país, el más desarrollado del mundo con diferencia. La banca de inversión americana está tomando posiciones en Europa a marchas forzadas de cara a facilitar este tipo de financiación a las empresas una vez que el euro se convierta en la moneda europea por excelencia. En conclusión, si la banca de inversión europea no espabila podemos asistir a una transferencia paulatina de negocio desde la banca comercial europea a la banca de inversión norteamericana.
 Acabamos de hablar de banca comercial y de banca de inversión como si fuese algo distinto y, realmente, lo es. Pero en los tiempos que corren esta diferencia se está haciendo muy difusa debido a las numerosas fusiones y adquisiciones que tienen como protagonistas a un banco comercial y a un banco de inversión. Por ejemplo: SBC compró a Warburg, Travellers adquirió a Salomon Brothers, Citicorp se fusionó con Travellers, Dresdner Bank compró a Kleinworth Benson, ABN Amro adquirió a Hoare Govett, Deutsche Bank compró a Morgan Grenfell, Credit Suisse se hizo con el control de Barclays de Zoette Wed, SBC adquirió a S.G.Warburg, etc. Los motivos son varios: el auge de la titulización, la reestructuración de la financiación empresarial en los Estados cuya moneda es el euro (además de la presión de la banca de inversión americana de la que hablábamos en el párrafo anterior), el desplome de sus márgenes y rendimientos debido a la desintermediación y a los avances de las telecomunicaciones, la cada vez mayor independencia de los grandes fondos de inversión con respecto a la banca de inversión, la existencia de áreas de negocio deficitarias (la negociación y venta de acciones, y el aseguramiento de emisiones de bonos) y de otras rentables (el aseguramiento de las emisiones de nuevas acciones, el asesoramiento en los temas de fusiones y adquisiciones, y la negociación en el mercado de bonos), etc.

La moda de las fusiones
Otro motivo a considerar, aunque de tipo secundario, es la propia "fiebre" de fusiones. Si se pone de moda fusionarse, es que hay que fusionarse. La idea básica es conseguir sinergias que permitan, al menos, mantener la cuota de mercado. Al principio de la oleada de fusiones-adquisiciones éstas tienen sentido porque se suele buscar el candidato ideal para la operación, pero conforme van realizándose fusiones el abanico de posibles candidatos se reduce y es cuando comienzan a realizarse operaciones cuyos resultados son más que dudosos. No se olvide que aunque las fusiones y adquisiciones tienen un fuerte componente financiero, éste sólo es realmente importante hasta el momento en que se cierra la operación de fusión. A partir de este instante, el componente más importante pasa a ser la integración de culturas empresariales (organización empresarial, sistemas informáticos, líneas de distribución, etc.) pasando el componente financiero a un segundo lugar. Piense, por un momento, en los problemas de fusionar dos bancos europeos pertenecientes a dos Estados de la UEM distintos. Sólo tienen en común la moneda, todo lo demás: idioma, hábitos de trabajo, organización, mercados, etc., son diferentes. Si la integración de culturas es un fracaso se pierde valor y se puede poner en peligro la propia supervivencia del banco. Tal vez por ello, las macrofusiones europeas han comenzado principalmente por operaciones entre bancos del mismo Estado como ya hemos sañalado anteriormente.

El caso español
En cuanto a la banca española hay que decir que se encuentra perfectamente preparada para este proceso de fusiones-adquisiciones-escisiones. No en vano, desde hace quince años, este es su ambiente natural, algo de lo que la banca europea e, incluso, la americana no puede presumir. Efectivamente, desde que a comienzos de los años 80 nuestra banca comenzó a modernizarse a marchas forzadas se vió inmersa en este tipo de procesos de reestructuración del que, inicialmente, surgieron los grandes bancos españoles: BBV, Santander, BCH y más recientemente Argentaria. Como para demostrar su completa adaptación al medio, los grandes bancos españoles se han lanzado a una carrera de compras en Iberoamérica que se ha dado en denominar la "reconquista financiera de América" y cuyo objetivo además del aprovechamiento de la oportunidad de negocio que existe en aquellas tierras, radica en disponer de una valiosa arma de negociación de cara a los posibles socios europeos que puedan surgir en el próximo futuro. Hay que reconocer que algunas de las barreras que separan a los bancos europeos no existen en Iberoamérica: el idioma y la cultura fundamentalmente (incluso, la moneda, porque la moneda real de Iberoamérica es el dólar norteamericano). El Santander ha ido más lejos sus continuas adqui-siciones y ventas de paquetes de control de bancos de los EE.UU. han sido un completo éxito. Así que si el juego consiste en fusiones y adquisiciones europeas de cara a reestructurar el negocio bancario europeo podríamos decir que nuestra banca está en su salsa puesto que lleva quince años reestructurándose de forma permanente.