En los últimos años de la década de los 90 estamos asistiendo a una oleada de fusiones y adquisiciones en el sector bancario internacional sin parangón en este siglo. Debido al tamaño de las empresas implicadas se está hablando de macrofusiones bancarias, operaciones que se realizan tanto en Europa como en América o Japón y eso que, según los más reputados especialistas, el baile no ha hecho más que empezar.
Motivos
Es evidente que toda decisión de fusión-adquisición
es una decisión empresarial de tipo estratégico cuyo fin
último es la creación de valor en la empresa, o el evitar
la pérdida del mismo si los acontecimientos económicos previstos
abocan a la empresa a un futuro no demasiado optimista, por decirlo suavemente.
Así que veamos cuáles son las variables que inciden,
o que van a incidir, en que dichas decisiones de fusión-adquisición
se produzcan en el sector bancario internacional. Variables todas ellas
que están surgiendo de forma simultánea porque unas favorecen
la aparición o reforzamiento de las otras.
En los Estados Unidos la aprobación de la denominada Riegle-Neal
Act en 1994 ha derribado las barreras de índole territorial
a las concentraciones bancarias. Hasta dicha fecha, dichas entidades tenían
muchas limitaciones para operar en un Estado distinto al suyo, de tal forma
que al desaparecer esta restricción lo lógico era la proliferación
de fusiones y adquisiciones entre los diferentes bancos de cara a crear
economías de escala (o más propiamente economías de
ámbito), a base de reducir costes de cara al nuevo escenario que
se les plantea, para aumentar la productividad y conseguir mayores beneficios.
Posiblemente, dicha ley fue la culminación de un proceso desregulatorio
provocado e impulsado por la creciente globalización de los mercados
internacionales de capitales.
Dicha globalización es otro de los motivos de este proceso.
La globalización de los mercados internacionales (tanto de capitales
como de productos o servicios) viene produciéndose ya desde hace
unos años debido por un lado al desarrollo de nuevos instrumentos
financieros, que han permitido sortear las barreras existentes entre Estados
y entre sectores. Por otro lado, el desarrollo de la tecnología
del proceso de datos y de la comunicación, ha posibilitado tanto
la globalización como la implantación de dichos nuevos instrumentos
financieros. Para competir en un mundo económico globalizado es
necesario tener una dimensión suficientemente grande como para estar
presente no sólo en las principales zonas económicas del
mundo sino también en las demás. Esto implica un gran tamaño
y éste se consigue de forma rápida, aunque arriesgada, mediante
fusiones o adquisiciones; también se puede recurrir a alianzas estratégicas
que permitan incorporarse a mercados en los que se estaba ausente sin asumir
el elevado riesgo que conlleva el procedimiento anterior.
La Unión Económica y Monetaria europea
La Unión Económica y Monetaria europea refuerza el punto
anterior de cara a las entidades financieras del viejo continente por diversos
motivos. La desaparición del riesgo de cambio en el contexto europeo
al crearse una sóla moneda hace desaparecer una de las principales
barreras que regionalizaba a la banca europea y que la protegía
dentro de su ámbito de influencia local. Los grandes bancos europeos
son los que se encontrarán inmersos en procesos de concentración
de cara, no sólo a aprovecharse de la UEM sino, sobre todo, por
tener que competir con los grandes bancos norteamericanos en el contexto
global del que hablábamos anteriormente. Por otra parte, la banca
minorista seguirá protegida, en cierta forma, por las barreras culturales,
laborales, etc., de su ámbito de actuación tal y como ha
ocurrido, por ejemplo, en el caso español con ese tipo de banca
que ha defendido su territorio con respecto a las grandes entidades de
crédito internacionales (así, por ejemplo, NatWest y Chase
Manhattan han abandonado el mercado español; Barclays y Citibank
han debido reestructurar su negocio en España; las filiales españolas
de: Crédit Lyonnais, Abbey National o Citibank, han tenido pérdidas
en 1.997).
Es decir, parece lógico pensar en una combinación
de fusiones y alianzas entre las entidades de crédito europeas.
Fusiones (o adquisiciones) entre las entidades nacionales como por ejemplo:
Banco de Santander-Banesto, Bayerische Vereinsbank-Hypo Bank, UBS-SBC,
Crédit Agricole-Banque Indosuez, Banco Lavoro-Banco di Napoli, HypoBank-Vereinsbank,
etc. Y alianzas entre las entidades de crédito de Estados diferentes
(Santander-Royal Bank of Scotland, BCH-Commerzbank, etc.), que ayuden a
sortear las barreras culturales, contractuales, etc., que han hecho fracasar
a los bancos que no son del Estado en el que operan. Son mucho más
raras las fusiones y adquisiciones entre bancos de Estados diferentes aunque
existe una gran excepción digna de tener en cuenta: las adquisiciones
transnacionales de bancos de inversión por parte de bancos comerciales;
más adelante hablaremos de este tema.
Ya que hablamos del crédito, este es un punto que conviene
considerar. Un gran número de analistas confía en que la
tendencia, que la UEM va a imponer con respecto a la financiación
ajena de las grandes empresas europeas, se centre en el mercado de valores.
Es decir, se espera un crecimiento importante de la emisión de obligaciones
que coticen en los principales mercados europeos, lo que reducirá
la dependencia crediticia de la banca. Esto hará perder negocio
a los bancos comerciales (junto con la nada desdeñable potenciación
de la titulización) y, en teoría, debería aumentar
el de la banca de inversión. El problema viene de que éste
último tipo de banca está dominado por las entidades norteamericanas
que son verdaderos especialistas al llevar mucho tiempo compitiendo en
el mercado de bonos empresariales su país, el más desarrollado
del mundo con diferencia. La banca de inversión americana está
tomando posiciones en Europa a marchas forzadas de cara a facilitar este
tipo de financiación a las empresas una vez que el euro se convierta
en la moneda europea por excelencia. En conclusión, si la banca
de inversión europea no espabila podemos asistir a una transferencia
paulatina de negocio desde la banca comercial europea a la banca de inversión
norteamericana.
Acabamos de hablar de banca comercial y de banca de inversión
como si fuese algo distinto y, realmente, lo es. Pero en los tiempos que
corren esta diferencia se está haciendo muy difusa debido a las
numerosas fusiones y adquisiciones que tienen como protagonistas a un banco
comercial y a un banco de inversión. Por ejemplo: SBC compró
a Warburg, Travellers adquirió a Salomon Brothers, Citicorp se fusionó
con Travellers, Dresdner Bank compró a Kleinworth Benson, ABN Amro
adquirió a Hoare Govett, Deutsche Bank compró a Morgan Grenfell,
Credit Suisse se hizo con el control de Barclays de Zoette Wed, SBC adquirió
a S.G.Warburg, etc. Los motivos son varios: el auge de la titulización,
la reestructuración de la financiación empresarial en los
Estados cuya moneda es el euro (además de la presión de la
banca de inversión americana de la que hablábamos en el párrafo
anterior), el desplome de sus márgenes y rendimientos debido a la
desintermediación y a los avances de las telecomunicaciones, la
cada vez mayor independencia de los grandes fondos de inversión
con respecto a la banca de inversión, la existencia de áreas
de negocio deficitarias (la negociación y venta de acciones, y el
aseguramiento de emisiones de bonos) y de otras rentables (el aseguramiento
de las emisiones de nuevas acciones, el asesoramiento en los temas de fusiones
y adquisiciones, y la negociación en el mercado de bonos), etc.
La moda de las fusiones
Otro motivo a considerar, aunque de tipo secundario, es la propia "fiebre"
de fusiones. Si se pone de moda fusionarse, es que hay que fusionarse.
La idea básica es conseguir sinergias que permitan, al menos, mantener
la cuota de mercado. Al principio de la oleada de fusiones-adquisiciones
éstas tienen sentido porque se suele buscar el candidato ideal para
la operación, pero conforme van realizándose fusiones el
abanico de posibles candidatos se reduce y es cuando comienzan a realizarse
operaciones cuyos resultados son más que dudosos. No se olvide que
aunque las fusiones y adquisiciones tienen un fuerte componente financiero,
éste sólo es realmente importante hasta el momento en que
se cierra la operación de fusión. A partir de este instante,
el componente más importante pasa a ser la integración de
culturas empresariales (organización empresarial, sistemas informáticos,
líneas de distribución, etc.) pasando el componente financiero
a un segundo lugar. Piense, por un momento, en los problemas de fusionar
dos bancos europeos pertenecientes a dos Estados de la UEM distintos. Sólo
tienen en común la moneda, todo lo demás: idioma, hábitos
de trabajo, organización, mercados, etc., son diferentes. Si la
integración de culturas es un fracaso se pierde valor y se puede
poner en peligro la propia supervivencia del banco. Tal vez por ello, las
macrofusiones europeas han comenzado principalmente por operaciones entre
bancos del mismo Estado como ya hemos sañalado anteriormente.
El caso español
En cuanto a la banca española hay que decir que se encuentra
perfectamente preparada para este proceso de fusiones-adquisiciones-escisiones.
No en vano, desde hace quince años, este es su ambiente natural,
algo de lo que la banca europea e, incluso, la americana no puede presumir.
Efectivamente, desde que a comienzos de los años 80 nuestra banca
comenzó a modernizarse a marchas forzadas se vió inmersa
en este tipo de procesos de reestructuración del que, inicialmente,
surgieron los grandes bancos españoles: BBV, Santander, BCH y más
recientemente Argentaria. Como para demostrar su completa adaptación
al medio, los grandes bancos españoles se han lanzado a una carrera
de compras en Iberoamérica que se ha dado en denominar la "reconquista
financiera de América" y cuyo objetivo además del aprovechamiento
de la oportunidad de negocio que existe en aquellas tierras, radica en
disponer de una valiosa arma de negociación de cara a los posibles
socios europeos que puedan surgir en el próximo futuro. Hay que
reconocer que algunas de las barreras que separan a los bancos europeos
no existen en Iberoamérica: el idioma y la cultura fundamentalmente
(incluso, la moneda, porque la moneda real de Iberoamérica es el
dólar norteamericano). El Santander ha ido más lejos sus
continuas adqui-siciones y ventas de paquetes de control de bancos de los
EE.UU. han sido un completo éxito. Así que si el juego consiste
en fusiones y adquisiciones europeas de cara a reestructurar el negocio
bancario europeo podríamos decir que nuestra banca está en
su salsa puesto que lleva quince años reestructurándose de
forma permanente.